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Foto del escritorJoaquín Rivera Chamorro

LA OTRA ROBERT CAPA

Gerda Porhorylle, nació el 1 de agosto de 1910 en Stuttgart, era de procedencia judía y sus padres, Ghittel Boral y Hersch Pohorylle, procedían de la Galitzia Oriental, una región que se ubica entre entre Polonia y Ucrania. Su familia carecía de recursos pero eso no impidió que Gerta pudiera aprender idiomas y mecanografía, lo que era muy útil en aquella época.


Tras el ascenso del Partido Nacional-Socialista Obrero Alemán al poder, fue encarcelada por su condición de judía, de modo que en cuanto pudo, emigró a París, donde gracias a los conocimientos adquiridos pudo encontrar trabajo fácilmente.


En la capital francesa conoció a André Friedman, de quien terminaría enamorándose. Pero la implicación de ambos no solo sería sentimental, también tendrían una relación profesional muy productiva. Greta se convertiría en la aprendiz de André, asimilando el oficio en el laboratorio y en el empleo de la cámara Leica. Poco tiempo después, consiguió trabajo como asistente de dirección de María Eisner en la agencia Alliance Photo en 1934.



Friedman era un apellido judío, por lo que Gerta aconseja a André que cambie su denominación artística por “Photo André”, lo que facilitó conseguir mejores precios en la venta de sus fotografías.



En 1936, antes del inicio de la Guerra Civil, Gerta decide crear a “Robert Capa”, un personaje inventado que trata de simular una procedencia americana, adquiriendo la costumbre de los actores de cine europeos de cambiarse los nombres por otros anglosajones. A partir de ese momento, nuestra personaje decide acompañar a André como fotógrafa profesional, empleando para ello una cámara Rolleiflex.


Una vez se produce el levantamiento militar de los días 17, 18, 19 y 20 de julio en España, la pareja decide trasladarse a nuestro país, llegando a Barcelona el 5 de agosto, trabajando como reporteros gráficos para el editor de la revista Vu.


Ambos están muy influenciados por el socialismo internacional, de modo que, desde el primer momento, tratarán de representar, desde la Ciudad Condal, una idílica imagen de los milicianos barceloneses, una imagen amable, simpática e irreal de la guerra, ya que la mayoría de las fotografías tomadas, son cuidadosamente preparadas, como la mítica imagen de la joven de 16 años que dio la vuelta al mundo. La muchacha cogió el fusil para la fotografía y nunca más volvió a emplearlo, por supuesto, nunca fue al frente ni participó en combate alguno.






La ingenuidad de estas primeras instantáneas, donde la mujer cobra un protagonismo que no tenía precedentes hasta ese momento, muestra, por un lado, la motivación ideológica de la pareja, y por otro, la falta de experiencia en el reflejo de la realidad, tal vez contagiada por los propios milicianos barceloneses, que se organizaban esos días para iniciar su marcha hacia Aragón. Las fotografías eran tomadas por ambos y, aún hoy, los expertos no se ponen de acuerdo en el verdadero autor de cada una de las instantáneas.


Tras unos días en Barcelona, viajan a los frentes de combate. En Huesca, donde ya se movían las milicias, recogen imágenes de milicianos, pero también de campesinos, mostrando una España rural que se postulaba contra los sublevados.




Inmediatamente se dirigen a Tardienta, pero pronto, abandonarán el frente de Aragón para recalar en Madrid. De allí visitarán la Sierra de Guadarrama, donde las tropas leales al Gobierno del Frente Popular y las milicias madrileñas, sostienen combates contra las columnas del general Mola. Una vez se estabiliza el frente, irán hacia Córdoba, llegando al Cuartel General de las tropas republicanas en Montoro, y de allí a Cierro Muriano, donde se tomó la más famosa de las fotografías de Robert Capa, la del miliciano cayendo herido de muerte.


Regresarán a Madrid, no sin antes, hacer una visita al sitio del Alcázar de Toledo, volviendo a París sin conseguir fotografiar ninguna victoria republicana, más allá de la, relativamente, exitosa defensa en la Sierra de Guadarrama.




Regresan a España a las pocas semanas, se dirigen a Málaga, donde recogen imágenes de los miles de refugiados que venían huyendo de los combates. Sus reportajes tratan siempre de mostrar el impacto sobre la población civil, buscando la implicación de las democracias occidentales y tomando partido por el bando Gubernamental.






En Almería, Gerda fotografía a la tripulación del Acorazado Jaime I. André regresó a Francia, pero ella se quedará en España hasta finales de marzo de 1937. A partir de este momento empezará su carrera individual, recorriendo las zonas conquistadas tras la batalla de Guadalajara, retrata también al general José Miaja, ensalzando aún más su figura de héroe defensor de Madrid. También fotografía a Dolores Ibárrruri, exponente de la mujer dura que se representaba como la madre de todos los soldados del frente. Gerda consigue que, a su vuelta a París se publique un reportaje fotográfico suyo de la Batalla de Brihuega.


Taro vuelve a España a mediados de abril de 1937, acompañada de nuevo por Robert Capa, ambos empiezan a trabajar en la elaboración de documentales, participando en la película “The Spanish Earth”. Adoptan una nueva modalidad de trabajo en la que ella fotografía y él graba con su cámara de cine.



Los frentes están estables, por lo que deciden regresar de nuevo a Francia a finales de abril. Como vemos, sus estancias en España, no eran excesivamente prolongadas, reduciéndose, en ocasiones a un par de semanas.


Sin embargo, Gerta insiste y vuelve en mayo a Barcelona, allí recogerá los bombardeos a la Ciudad Condal, realizando un reportaje publicado en Regards con el título REPETICIÓN DE LA GUERRA TOTAL.


Acude en Valencia al entierro del general Lukács, uno de los líderes de las Brigadas Internacionales, allí se une de nuevo a André, dirigiéndose ambos a Andalucía.


Su compromiso con los comunistas y las Brigadas Internacionales es cada vez más manifiesto, el 24 de junio llegan al Cuartel General del Batallón Comunista Tchapaiev, necesitan imperiosamente grabar batallas para sus documentales, así que, deciden realizar un montaje que escenifique los combates de los que no han sido testigos y que habían tenido lugar semanas atrás.


La autenticidad de muchas de sus fotografías, se pone en duda. Se puede apreciar como muchas de ellas están preparadas y algunos de los milicianos muestran tan escasa destreza en el manejo de las armas que no es dificil dilucidar que se trataba de hombres de retaguardia escogidos para la fotografía en concreto. Una de estos ejemplos son las dedicadas al ataque a La Granjuela, que fue publicada por Ce Soir.





Se produce, en julio de 1937, una separación personal y profesional entre André y Gerta, que empieza a emplear la firma “PHOTO TARO”, como se aprecia en su último reportaje del 22 de julio, que apareció en Regards. Son imágenes del frente de Brunete y de su participación posterior en el Congreso de Escritores, un evento internacional de autores socialistas y comunistas, donde participa, entre otros, Rafael Alberti, amigo de la pareja y conocido comunista.


Gerda tiene hasta ese momento más de 50 reportajes realizados para publicaciones internacionales, por lo que su éxito como reportera de Guerra queda más que contrastado, son sobre todo revistas francesas, pero también se verán sus fotos en la revista Life de Nueva York, en Illustrated London News, en Het Leven en Amsterdam, en Praga, en Berlín, etc.


El 25 de julio acude a Brunete de nuevo para fotografiar las posiciones republicanas, ya que, debido a la falta de información veraz, desconocía que las tropas nacionales habían ya completado la toma de la población y que las tropas republicanas se encontraban en franca retirada. Durante la caótica travesía de regreso, se sube al estribo de un vehículo, que algunos testigos atribuyen al de un general de las Brigadas Internacionales, cae del mismo y un carro de combate ruso la aplasta. ES trasladada al hospital de El Goloso, muriendo el día siguiente sobre las 5 de la madrugada.





ABC de Madrid, recogió el 27 de julio su fallecimiento. Rafael Alberti y María Teresa León, sus grandes amigos españoles, se encargaron del traslado del cadáver y de dar un homenaje en el jardín de invierno de la Alianza de Intelectuales. Ce Soir se encargó de repatriar el cadáver y de organizar los actos del funeral, que contó con el apoyo de los partidos comunistas español y francés.



Fotografías coloreadas por Joaquín Rivera Chamorro




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