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LA BURGUESÍA CATALANA



El catalanismo como movimiento político surgiría de la crisis del carlismo y del republicanismo federalista. La pujanza económica derivada de la industrialización textil barcelonesa, junto al movimiento romántico de la Renaixença contribuyeron decididamente a la evolución política. El proceso industrializador catalán había recibido un impulso considerable del poder central, mediante la política arancelaria que protegía los productos españoles sobre los extranjeros.

La mecanización de las dos fases principales del textil, el hilado y el tejido, supuso una auténtica revolución, que se dio fundamentalmente en la provincia de Barcelona. Por el puerto de la Ciudad Condal se importaba la maquinaria, el algodón y el carbón, saliendo hacia las colonias una parte considerable de lo producido. La otra parte, al mercado peninsular. Durante la primera mitad del siglo xix, el crecimiento textil catalán supuso el hundimiento de los telares de lienzo gallegos y castellanos y antes, había provocado la decadencia de la industria sedera valenciana. En 1884 los hilados de algodón implicaron un valor de 12.782.420 pesetas, contra las 101.200 de los de seda y las 651.388 de las de lana. En cuanto a los tejidos manufacturados, los de algodón recabaron 84.525.426 pesetas. Los de lana 27.360.416 pesetas. Los de lino no llegaban a los ocho millones, ni los de seda a los tres.

El mercado colonial era un mercado cautivo para los productos textiles, por lo que no existían precios competitivos[i], contribuyendo al enriquecimiento de la burguesía catalana. La industria textil tenía una doble dependencia de las islas americanas españolas. Por un lado, se compraba el algodón a un precio muy ventajoso, ya que los aranceles impedían a los cultivadores cubanos poder vender en otro mercado y eso hacía que desde Barcelona se consiguiera la materia prima a cantidades irrisorias. Al mismo tiempo, los productos derivados del algodón se vendían en las provincias de ultramar en exclusividad, por lo que disponían de un mercado cautivo. Existía además otro negocio con pingües beneficios respecto a Cuba, el cual era el mercado de esclavos desde África y en el que participaban numerosos burgueses catalanes. Los llamados indianos, que habían hecho fortuna en ultramar y que habían regresado a España, continuaban teniendo grandes intereses fuera de la península. Los indianos y los que tenían negocios en Cuba se asociaban en distintas plataformas (el círculo Hispano Ultramarino, la Liga Nacional o la Agrupación de Hacendados de Ultramar).

En 1868 se produjo el Grito de Yara. Se iniciaba en Cuba una sublevación independentista que derivaría en una guerra de una década de duración. Una de las razones que aducían los insurrectos era la abolición de la esclavitud. Inmediatamente la burguesía catalana trató de reaccionar, a sabiendas que si quería conservar el único mercado exterior que quedaba para sus productos debía contribuir a la causa común. Las principales casas y familias de Barcelona impulsaron una iniciativa para el envío de voluntarios catalanes a la isla. En 1869 se conformaron tres batallones que partieron en diferentes oleadas del puerto de Barcelona, entre arengas heroicas pronunciadas por políticos que se quedaban en casa. El pendón que portaron los tercios catalanes en Cuba fue la bandera española, incorporando en su seno las cuatro barras y los escudos de las cuatro provincias catalanas[ii].


El armador del barco que llevaría a los voluntarios a Cuba era Antonio López, uno de los más interesados en que la empresa llegara a buen puerto. López dio un banquete en el mismo barco a todas las autoridades el día que partía el Primer Batallón.


Los mismos que habían hecho posible el despliegue de los tres batallones de voluntarios, participaron dos años más tarde en la creación del Círculo Hispano Ultramarino de Barcelona. Una lista de los más influyentes nos la proporciona Rodrigo y Alharilla:

La primera Junta Directiva del Círculo Hispano Ultramarino de Barcelona recogió a los indianos, enriquecidos en Cuba, más influyentes de la ciudad, empezando por su presidente, el industrial Juan GüelI Ferrer, y su vicepresidente, el naviero Antonio López, para continuar con José Canela, José AmelI Bou (quien era entonces, además, presidente de la Junta de Obras del Puerto de Barcelona), José Antonio Salom, José Telarroja, Francisco Gumá, José Munné, José Rafecas Ferrer, Isidro Gassol y el riquísimo Tomás Ribalta. A éstos se sumaron el diputado Sebastián Plaja Vidal (enriquecido en Puerto Rico) y el comerciante Salvador Vidal Cibils, enriquecido en Chile, entre otros[iii].


Esta sociedad movilizó a amplios sectores de la burguesía de Barcelona, al remitir en diciembre de 1872 una carta al presidente del Consejo de Ministros en la que rechazaban el proyecto de reformas para Puerto Rico. Una de esas reformas era la abolición de la esclavitud, que atentaba contra los intereses de algunos de los socios. Con la carta se incluían sesenta hojas repletas de firmas de innumerables empresas catalanas[iv]. Después de varias leyes, en el año 1886 se liberarían los últimos 30.000 esclavos cubanos.


Antonio López (uno de los principales esclavistas) sacó provecho de la guerra con la creación del Banco Hispano Colonial. La financiación de las operaciones militares en la isla debía hacerse mediante préstamos de entidades privadas. Dos tercios de los miembros del Consejo de Administración del Banco creado ad-hoc pertenecían a la burguesía catalana. Las condiciones eran tremendamente ventajosas. El tipo de interés que debía pagar el gobierno español era del 12%. Como garantía de cobro los banqueros recibían la recaudación de las aduanas de Cuba. Evidentemente los beneficios fueron sustanciosos, llegando los dividendos a más de 62 millones de pesetas en cuatro años[v].




Incluir estos hechos y estos datos es fundamental para comprender lo que sucedió a partir de 1898 y el crecimiento del catalanismo posterior al desastre ultramarino

[i](Pardos Martínez, 1998, pág. 97) [ii]Un relato preciso de todo el proceso de reclutamiento, actos de despedida, motivaciones comerciales y políticas, se puede leer en (Rodrigo y Alharilla, 2009, pág. 330). [iii](Rodrigo y Alharilla, 2009, pág. 338) [iv] Ibid. [v] Ibid.

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